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Construcción de algunos Personajes de "Toro Rey" y "Mujeres" (En proceso)

Toro Rey, así llamado Cornelio Rangel, hacendado con gran fortuna y una familia disfuncional en que la miseria humana está a la orden del día en algún lugar del Llano.  Aquí, algo de la historia construida para los personajes de esta pieza teatral...

Cornelio Rangel – 67 años.
Durante los años cuarenta, el pueblo de Dolores del Estado Barinas, vio nacer al hijo de los esposos Rangel, hacendados con gran fortuna y con más de mil quinientas cabezas de ganado, entre ellas ganado tipo holstein y pardo suizo, suficiente como para mantener a dos generaciones más.  A su primogénito lo llamaron Cornelio por aquello de “Aquel que desciende o pertenece a la familia, Corne” o “Cuerno pequeño”, y por ser el hijo varón del hacendado más rico de la región. Entre pasto, ganado, caballos y el inmenso llano que se perdía en el horizonte, se crió Cornelio; y a medida que fue creciendo obtuvo amplios conocimientos sobre la ganadería, siendo apodado por los trabajadores de su padre “Toro Rey” por el desenfado y destreza  al manejar el ganado. No obstante, la rudeza del oficio hizo adoptar en Cornelio la conducta del “llanero implacable y recio” a partir de las virtuosas demostraciones que hacía con tan solo ocho años. Fue un hombre perseverante y determinado en sus acciones, pero siempre manteniendo una visión estrictamente conservadora y obtusa de la vida. No culminó los estudios de la secundaria debido a que su padre falleció cuando Cornelio tenía apenas dieciséis años, con esta desaparición, él, muy joven, tuvo que tomar las riendas de la hacienda junto a su madre y por ser el único varón de la casa empleó los conocimientos que había adquirido desde niño para así mantener la tradición de la familia. Conoció a  su primera novia a la edad de diecisiete años, sin embargo los amoríos de juventud no eran motivo para que Cornelio apaciguara el oficio del ganado.  Pero a la edad de veintidós años conoció a Constanza quien tenía para ese entonces dieciséis años; la madre de Cornelio le sugirió que se casara con Constanza, muchacha buena y de su casa  uniéndose en nupcias  con la joven de Mucuchachí. De este matrimonio nacieron tres hijos: Su primogénito Chelo, seguiría Lara y por último la pequeña Martina. Una familia aparentemente feliz con algunos problemas que no la diferencian de las demás familias. Sin embargo, había un sentimiento oculto de parte de Cornelio, realmente no se sentía feliz, pensaba que le faltaba algo para llenar su vida. A medida que fue pasando el tiempo, Cornelio se sumergió en una soledad interna, y fue perdiendo la comunicación con Constanza y sus hijos. Se dedicaba solamente a la rutina diaria del trabajo; quizás nunca amó a su esposa, quizás nunca debió casarse; su único motivo fue convertirse en lo que siempre le afirmaron ser, Toro Rey”. Se paraba a las tres y media de la mañana y con él, su hijo Chelo para salir a ordeñar las vacas junto a los peones y poder tener la leche lista en las cántaras a la hora de buscarlos el camión. Una vez realizada esta labor,  se sentaban a desayunar entre las seis y media y seis y cuarenta y cinco de la mañana, y si Constanza se pasaba de esta hora para servir la comida, Cornelio le entraba el espíritu del “Toro bravo”, por lo tanto, Constanza hacía lo posible para que esto no ocurriera. Los Rangel decidieron tener una vida sedentaria y como consecuencia mutilaron otras opciones de diversión y esparcimiento. A Cornelio no le gustaba salir de la casona a otro lugar, le parecía innecesario salir de su casa para qué, por lo tanto sus hijos se acostumbraron a esta rutina laboral y hogareña lo que desencadenó una ruptura familiar por la que hasta el  momento Cornelio ha demostrado indiferencia.

Constanza Martínez de Rangel
Nos vamos hacia un pueblo escondido y casi invisible del mapa del Estado Mérida, finalizando los años cuarenta; el pequeño pueblo de Mucuchachí, pueblo de los indios mucuchaches que fue fundada en 1.597; uno de los pueblos del Sur de Mérida, la capital, y hoy en día a cuatro horas en auto rústico. Pero antiguamente a este pueblo se le podía ver el paisaje en tres días transportándose a pie o a través del arreo de diez a doce bestias (mulas y burros) que además cargaban enseres y alimentos por las zonas montañosas hasta pisar los caminos empedrados y ver las casas de adobe con grandes ventanales coloniales y zaguanes; Sí, pareciera ser que los conquistadores llegaron a este pueblo recóndito, y que además Bolívar inició ahí las primeras estrategias de la “Campaña Admirable”. Ernesto Martínez, hombre de bien, músico, violinista y cantor del pueblo, se enamoró perdidamente de la hija de un español; Consuelo Sánchez. De esta unión nacerían seis hijos, entre ellos, Constanza de la Alegría Martínez Sánchez. Una niña que creció entre los cultivos de café, trigo y verduras; y cansada de esta rutina, agarró los caminos angostos hasta Mérida para vivir una nueva vida. Allí conoció en una pesa o carnicería a Cornelio, que para ese entonces era un hombre galante y viril, sin embargo ella no creía que aquel hombre se fijaría en ella por ser una mujer humilde en comparación con él; hijo de un ganadero de renombre de un pueblo de Barinas. Pero Constanza se equivocó en sus presentimientos, Cornelio la buscó varias veces para conquistarla y ella sin pensar cedió ante las palabras del ganadero. Se casaron y Cornelio se la llevó a Barinas formando una familia con tres hijos: Chelo, Lara y Martina. Aquella mujer fue feliz por un breve tiempo en que logró lo que siempre deseó; tener una familia unida y comprensiva. Se dedicó por completo a sus hijos y a su marido sin fijarse en su vida interior pero también se dio cuenta después de treinta años cuando vio en Cornelio el cambio casi drástico de actitudes y conductas sin razón… o quizás sí las tenga, pero nunca  ha manifestado hasta ahora qué lo sumerge en ese abismo que lo dispersa y lo conlleva a ser frío y distante, un extraño dentro de los suyos. Constanza lucha consigo misma para mantener el espíritu que en un principio reinó en su familia, no quiere romper un hogar que ha construido con ilusión, amor y constancia. Pero cansada de tantos problemas ocasionados por su marido, Chelo y Lara, se arma de valor y aunque le duela  decide abandonarlos.

Chelo Rangel Martínez
Primogénito de Cornelio y Constanza. Desde pequeño Chelo le tuvo resistencia al trabajo de la ganadería pero se acostumbró a este oficio obligado por su padre;  más bien se motivaba por los juegos de caballos y loterías, siendo un dolor de cabeza diario para Constanza. Sin embargo, Cornelio le dio importancia hasta cierta edad cuando se dio cuenta que Chelo no tenía un norte en la vida, y lo dejó en manos de su madre para que se encargara de él. Pero el muchacho aburrido de la casa, de la rutina, y de todo lo que concerniera al hogar y a los oficios, optó por estudiar mecánica dejando los estudios a medio andar y así sin conocer las herramientas básicas de este oficio se fue a trabajar a un taller mecánico, pero su mayor esfuerzo fue dormir debajo de los carros; luego intentó con la electrónica y también fracasó. Por último se motivó por el tae kwon do que quizás es lo único que le ha resultado hasta ahora para defenderse de los delincuentes, pero tampoco ha sido constante. Se podría decir que Chelo es un hombre fracasado, débil, sin ímpetu en la vida; trabaja en la hacienda con desgano, pero sí tiene algo que lo motiva, ser un conquistador de mujeres.  Aprovecha el apellido de su padre y sus riquezas para enamorar a toda mujer que se cruza por su camino, y de esta manera Chelo se da por servido ante la vida.

Lara Rangel Martínez
“Larita”, así fue llamada desde su nacimiento. Lara es la hija “castrada” de la familia, siempre fue juzgada por sus padres y esto la ha hecho más vulnerable, cayendo muchas veces en la depresión. Estudió Educación Integral con especialización en Problemas de aprendizaje infantil. Es muy sensible ante los problemas de los demás pero en su casa, asume una conducta distinta; una mujer con temple y a veces hasta seca y fría para no demostrar la debilidad de su ser. Desde muy pequeña, Lara fue reprimida por ser muy coqueta con los varones y al crecer, se desvivía por todo aquel que le calentaba la oreja, sin embargo fueron muchos los novios fugaces, tan fugaces que dos de ellos la dejaron en el altar con el ajuar listo haciendo desfallecer poco a poco a Lara y sumergiéndola en la melancolía y la depresión.  Pero aún así, ha insistido varias veces; su objetivo principal es hasta ahora, no quedarse soltera y por ende salir de la casa lo más pronto posible para ser “libre”. Pero cada vez que Lara presentaba un novio en su casa, éste era corrido por Cornelio al instante, así pasó con José Antonio, un trabajador de una gasolinera que se prendó al instante de Lara; el segundo, Braulio Armando, un inválido que perseguía a Lara en muletas a donde ella iba, pero estas acciones le gustaban a ella, a lo que Constanza siempre le decía: “¡Cómo te vas a casar con un tullido! ¡Dios Todopoderoso, me muero de la tristeza de sólo imaginar que le voy a entregar mi hija a un impedido! ¡Esta familia es normal como para que tú te cases con un inválido, habrase visto!” Así que Lara tuvo que desistir y dejar ir a Braulio. Con Reinaldo, un maestro de primaria, sus encuentros fueron a escondidas; se reunían lejos de todo ser viviente pensante  y entre maizales y cultivos de caña donde nadie los pudiera ver. Pero un día Chelo siempre con sus misterios, escondía algo en estas zonas y descubrió a Lara con el maestro delatándola con su padre, por lo que Cornelio con bácula en mano, fue en busca de Reinaldo y éste tuvo que huir del pueblo.  Los demás pretendientes que pudieron ganarle al “Toro Rey”, la dejaron en el altar.  Así que la vida de Lara se torna entre la amargura, la melancolía, la frustración y la tristeza pero no lo demuestra delante de sus padres para no darles el gusto  de verla sufrir. 

Martina Rangel Martínez
La dulce pero irónica Martina es la más pequeña de la casa. A pesar de su corta edad, dieciocho años, ya vislumbra lo que será en el futuro: la próxima heredera del legado de los Rangel. Constante con los estudios de Medicina Veterinaria; se levanta a las cinco de la mañana para ayudar a su madre con el desayuno, seguidamente va hacia los cultivos para trabajar cuatro horas con los campesinos y posteriormente emprende camino hacia la universidad. Una vez de regreso, sigue con la jornada hogareña acompañando a su madre en sus labores. Es dulce por naturaleza y comprensiva con sus padres a pesar de los rigurosos que son, sin embargo, Martina hábilmente maneja todas las situaciones y problemas que ocurren en la casona; es muy intuitiva con las actitudes de Cornelio pero también comprende a su madre, y esto la ha llevado a equilibrar sus emociones. Con respecto a sus hermanos, Martina sabe perfectamente quiénes son, a veces les sigue el juego pero con Chelo siempre tiene enfrentamientos por su comportamiento. No obstante, refresca la atmósfera con sus sarcasmos e ironías que divierten el hogar.  Para Cornelio su hija Martina es la luz de sus ojos pero no le demuestra el cariño que se merece ella, aunque es la única que lo comprende. Por los momentos, Martina no tiene interés en el amor, más bien está interesada en ser alguien en la vida y por eso se dedica día y noche a estudiar y a trabajar. Martina es el equilibrio del hogar, sin embargo se le hará cuesta arriba lidiar con cuatro conductas que harán desencadenar la ruptura familiar. 



 Dos cuadros... 

OSCURO. COMEDOR DE LA FAMILIA RANGEL. UNA MESA RECTANGULAR CON PUESTOS PARA SEIS PERSONAS, ESTÁ UBICADA EN EL CENTRO DE LA ESCENA,  A LA DERECHA LA COCINA. A SU IZQUIERDA UNA PEQUEÑA SALA CON MUEBLES AL ESTILO RÚSTICO O COUNTRY. AL FONDO DE ESTOS TRES PLANOS UN VENTANAL DONDE SE PERCIBE EL PAISAJE DEL LLANO.
SE ESCUCHA EL CANTAR DE LOS GALLOS, EL MUGIR DE LAS VACAS Y OTROS SONIDOS DE ANIMALES DE UNA FINCA EN EL LLANO. POR “CUES” SE ILUMINA EL COMEDOR, SEGUIDO DE LA SALA Y POR ÚLTIMO LA COCINA.
SON LAS SEIS Y MEDIA DE LA MAÑANA, CONSTANZA ESTÁ EN LA COCINA AGITADA PREPARANDO EL DESAYUNO. SALE DE LA COCINA AL COMEDOR, DEL COMEDOR A LA COCINA LLEVANDO PLATOS, VASOS, CUBIERTOS  Y UNA JARRA DE JUGO.

CUADRO PRIMERO
Constanza, Chelo, Martina, Lara, Cornelio

Constanza: ¡Vengan a comer! Son las seis y cuarenta de la mañana! (No se escuchan respuestas)
Constanza: ¡Son las seis y cuarenta y un minutos de la mañana! ¡Dije  que vengan a comer! (Silencio) ¡Cuento tres y si no vienen voy a soltar el toro amañao que está en el corral!
(Apresurados entran de repente Chelo, Martina y Lara. Se sientan  a la mesa)
Martina: Buenos días mamá.
Lara: ¿Qué hay hoy de comer?
Chelo: (A Lara) Lo mismo de siempre. Hola má.
(Por último entra Cornelio, con paso calmado y desalentado, se sienta. Ve el reloj)
Martina: Papá, son las seis y cuarenta y cuatro minutos. (Cornelio sin respuestas)
Lara: (A Chelo) Chelo, ¿podrías lavarte las manos?… hueles a leche de quince días… ¿te bañaste?
Chelo: ¿No se nota?
Lara: No.
Constanza: ¡Alguien que me ayude a llevar la comida por favor!
Martina: Voy mamá.
Cornelio: ¿Quién compró el periódico hoy?
Lara: Papá, son las seis y cuarenta y cinco de la mañana, siempre preguntas lo mismo. ¿No ves en dónde vivimos? (A Chelo) Chelo, ve a comprar el periódico al pueblo para papá.
Chelo: ¿Y no desayuno?
Lara: Siempre tienes hambre. ¿Cuándo será el día que no comas?
Entra Constanza con Martina.
Constanza: Hijo, comes y luego te vas. No le hagas caso a Lara.
Constanza sirve la comida y se las pasa a todos.
Cornelio: ¿Otra vez arepas mujer? ¿No hay otra cosa que se pueda comer en esta casa? ¡Todo el tiempo arepa! ¿Dónde está el suero?
Constanza: Se acabó Cornelio.
Cornelio: ¿Por qué no me dijiste? Sabes que me gusta la arepa con suero.
Martina: Papá, no te vas a morir porque no comas suero un día. Agarra queso, perico, caraotas. Sobra comida en esta casa.
Cornelio: Pero no suero…
Martina: Papá, ahora busco el suero.
Cornelio mutis. Silencio.
Constanza: Lara, ahora me acompañas al pueblo para hacer unas cosas.
Lara: Ay mamá, quiero chatear con mis amigos.
Martina: (En voz baja) Te la pasas perdiendo el tiempo en esa cosa.
Constanza: Me acompañas Lara, no quiero excusas.
Cornelio: ¿Se puede saber que van a hacer al pueblo? ¿Qué hay allá que no haya aquí?
Martina: Papá, no empieces. Tiene que comprar una tela para cambiar estas cortinas.
Cornelio: Bueno, pero que sea rápido. Hay mucho oficio que hacer en esta casa.
Chelo: Yo… tengo que ir… a…
Lara: ¿A dónde?
Chelo: A… buscar… unos costales de maíz para las gallinas, sí, eso, unos costales. Así que no podré ayudar en la casa.
Martina: Tú nunca ayudas…
Cornelio: Para eso están las mujeres. Los hombres al campo, las mujeres en la casa.
Martina: Papá, estamos en el siglo XXI, no en tu siglo.
Lara: ¡Martina!
Constanza: (A Martina) Cállate, tu padre amaneció molesto.
Martina: (En voz baja) Qué raro…
Chelo agarra los cubiertos y hace sonidos percutivos con los platos, vasos y jarra.
Martina y Lara se miran.
Constanza: ¡Chelo deja el ruido!
Chelo no hace caso. Lara y Martina le siguen el juego a su hermano. Y entre los tres hacen sonidos percutivos.
Cornelio: ¡Cállense!
Silencio.
Constanza: ¿Cuántas cántaras de leche recogieron hoy?
Chelo: (Nervioso) Bueno… eh…¿Cuántas papá?
Cornelio: Nueve…
Constanza: ¿Y esas vacas qué se creen, que las tenemos aquí para darles posada? (A Cornelio) Ve a ver qué haces con ellas, antes se llenaban más de veinte cántaras y ahora solo nueve…
Cornelio: ¿Bueno qué les pasa? ¿Ahora sacan cuentas de la leche? Dedíquense a lo suyo que los hombres nos dedicamos a lo nuestro.
Martina: (En voz baja) Machista.
Chelo: (A Martina) ¿Qué dijiste?
Lara: (Evadiendo) Chelo yo te vi con cinco… y después vi más…
Chelo: Ah, pues, eran las de papá.
Cornelio: Umm, sí, las mías.
Martina: Bueno yo me voy a la universidad. Tengo que entregar un trabajo.
Lara: Y yo me voy a chatear, me esperan.
Constanza: No es muy temprano para que hables con esa máquina? Más bien cámbiate de ropa que vamos a salir.
Lara: Pero mamá!
Constanza: Ya te dije.
Chelo: Bueno “Gran familia”, me voy a buscar el periódico
Cornelio: Que sea rápido.
Chelo y Lara salen.
Constanza: Martina, lleva las cosas a la cocina.
Martina: Sí, mami.
Martina recoge la mesa y entra a la cocina. Constanza y Cornelio quedan solos en el comedor.  Silencio.
Martina: Listo, me voy a la universidad. Bendición papá, bendición mamá.
Constanza: ¡Dios la bendiga!  Cornelio…
Cornelio: Dios la bendiga.
Martina sale.
Constanza: ¿Y bien?
Cornelio: ¿Y bien qué?
Constanza: ¿Cómo está el ganado?
Cornelio: ¿Cómo va estar Constanza? Igual.
Constanza: ¿Qué te pasa?
Cornelio: No me pasa nada ¿Acaso me ves que me pasa algo?
Constanza: Sí Cornelio, te pasa algo y quiero ayudarte.
Cornelio: A uno a veces lo que le provoca es joderse.
Cornelio se levanta y deja a Constanza sola.
Constanza: Cornelio, Cornelio, chico cada día estás peor. (Oscurece la escena con Constanza)

Cuadro Octavo

Constanza, Cornelio

Constanza está rezando el Padre Nuestro, mientras, Cornelio se asoma en silencio, la contempla sin que ella se dé cuenta. Se le acerca por detrás hasta que le pone las manos en sus hombros. Constanza sigue rezando. Cornelio la interrumpe.

Cornelio: Quiero hacerte el amor.

Constanza detiene el rezo, hace pausa, sigue.

Cornelio: Párate

Constanza se levanta y sigue rezando, es conducida por Cornelio hasta el sofá. La sienta. Le va desabrochando la blusa, ella sigue rezando. Cornelio la besa solo con el sentimiento del placer, no hay amor entre ellos.  Ella abre los brazos y aún mantiene el rosario en una de sus manos, está gélida. La iluminación es tenue. Constanza no ha dejado de rezar mientras Cornelio se satisface. La luz se va en “Fade”.





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"Mujeres" (Título no definido)


Parte del argumento
“El tren” es el símbolo de “felicidad” de cuatro mujeres para escapar del pasado. El “Allá” es un lugar donde describen como el “destino feliz”, pero es abstracto, realmente no tiene definición… realmente el “allá” está dentro de cada una de ellas, pero son mujeres enfrascadas con su pasado y sus condiciones y por eso no lo ven. Es así como planean un viaje al “allá” motivado por Jacinta. El tren nunca fue tren, fue una ilusión que se crearon creyendo que ése era el camino. El “allá” nunca existió, es un pretexto para encontrarse y descubrirse a sí mismas a partir de una espera de un tren que no llega pero que a la final se dan cuenta que la “felicidad” la tienen en sus manos… en las maletas.

Jacinta Rojas
43 años. Desde niña se adentró en el mundo artístico, abarcó distintas áreas de las artes como el canto, la actuación, la pintura y el baile. Sin embargo, fue casi siempre reprimida por la familia, quienes no creían en ella. Querían para ella una profesión en que pudiese ser “alguien” en la vida. Para la familia ser “alguien” es tener una profesión como abogado, ingeniero, maestro, médico, etc. Menos “artista”y “bohemia”. Pero el despertar de Jacinta desde muy temprana edad para el arte, la motivó a enfrentarlos y salir del cascarón que por muchos años estuvo “encerrada” y salió por primera vez de su pueblo para encontrar la “felicidad”.  Estudió y  se graduó de lo que más le apasionaba: “El arte”. Bohemia de la vida, conoció a mucha gente, leyó cientos de libros, se mostró al público centenares de veces y se consagró como una de las mejores “artistas” del país. Pero esa “felicidad” que cultivó en estos años siendo artista no le compensó su integridad de mujer, se dio cuenta que le faltaba otra parte para complementar su vida: El amor. Jacinta tuvo algunos amores fugaces que vinieron y se fueron, otros, amores furtivos que dejaron en ella frustraciones que la motivaron poco a poco cambiar su conducta y actitudes con los demás, más queda en ella muy en el fondo la sensibilidad y la solidaridad por la gente.  A veces lo demuestra, y muchas veces agrede verbalmente pero inconscientemente, pues cree que todos están confabulados contra ella y es su forma de defensa. Jacinta no es mala, es un ser humano sumergido en un abismo que desea salir lo más pronto posible. Emplea en su vida el sarcasmo y la ironía, se ríe de sí misma: una forma de convertirse en payaso y burla de su propia existencia. Jacinta es gorda, sin embargo su contextura física no ha sido negada en muchos lugares por ser quién es; Para ella, la gordura es un obstáculo importante que tiene que derribar lo más pronto posible para encontrar al hombre de su vida y terminar de encontrar la felicidad. Este punto es casi “intocable”, pues la ansiedad, el stress y la forma de ver la vida la inducen a convertirse en un “monstruo” para la sociedad, así lo ve ella. En las escenas se dejará ver su personalidad un tanto arrogante, despectiva, irónica y cruel con las demás, pero con cierto raciocinio al hacerle ver la realidad del mundo a los otros tres personajes. Es divertida cuando le provoca, y cuando no, puede ser la más ácida… Jacinta es la que le da un toque de divertimento a la obra junto a Enriqueta.

Enriqueta Cortés
64 años. Cambió su apellido por el de su marido Alí: Enriqueta Azizi. En Afganistán no es común emplear apellidos, sus ciudadanos son llamados solo por sus nombres, pero Alí Azizi aunque nació en Afganistán se crió en el occidente desde muy chico, pero no por esto dejó de trabajar y visitar posteriormente  a su país natal.  Enriqueta y Alí se conocieron con edad madura; Ella tenía 47 años y él 59. Pero Alí es un hombre con la cultura musulmana enraizada a pesar de que vive al otro lado del mundo árabe, sus padres lo criaron con las leyes musulmanas y por ende, Alí al casarse con Enriqueta aplicó estas mismas leyes en su hogar. La historia de Enriqueta y Alí comienza cuando él enviuda por tercera vez y al salir de Afganistán se encuentra con Enriqueta, quien era una mujer emprendedora, inteligente, sensible, observadora, hija de un diplomático pero indiscreta. Sin embargo, no tuvo una profesión académica por ser rebelde y pensar que un título académico limitaba a los pensantes.  A pesar de la edad de Enriqueta, fue una hija que siempre estuvo al lado de su padre, al fallecer éste, se vio en la nada.  Deprimida un día, optó por conocer mundo para desprenderse del pasado con su padre. Un día, en un lago, Enriqueta estaba remando un bote cuando de repente observa que se está hundiendo, el agua ya le corría por los tobillos, angustiada se vio sola en el medio del lago sin que nadie pudiera ayudarla, sus nervios hicieron tomar los remos para llegar a la orilla, pero a medida que remaba se hundía más, hasta que decidió lanzarse al agua sin saber nadar. Sumergida en el agua y casi ahogándose, sintió que alguien la tomó por la cintura, llevándola hasta la orilla.  Casi inconsciente y con la visión borrosa vio la imagen de un hombre barbudo, con la piel tostada y quien la miraba con esos ojos redondos y negros como el azabache. Surgió el amor a primera vista. Se casaron, vivieron un tiempo en Afganistán, y Enriqueta fue tomando actitudes y conducta de la cultura musulmana, al principio no entendía la forma de vivir de las mujeres de este país, pero luego fue adaptándose para complacer a Alí porque lo amaba. Alí sin embargo, tomó una conducta del hombre machista hacia Enriqueta, pero ella por el amor que sentía por él, se dejó llevar y convertirse en una mujer anulada. Se dedicó a leer el Corán y aprenderse de memoria sus oraciones. Un día, Alí aburrido de ella, desaparece dejando a Enriqueta sola en Kabul (Afganistán).  Para ella sería la segunda pérdida de un hombre en su vida, primero su padre, ahora Alí. No sabía qué hacer en ese país desconocido para ella, Alí dejó clientes que pagaron las alfombras que hacía… dejó deudas, dejó a mucha gente molesta por su desaparición… Se esfumó… Enriqueta al verse sola en esas tierras áridas, sin amigos, sin familia, se refugió en un campo de una organización internacional para poder sobrevivir mientras que su familia que estaba en el occidente, la mandaba a buscar… así fue como Enriqueta se acostumbra a refugiarse en una carpa cuando se siente herida, sola y no entendida.  Pero Enriqueta a pesar de ser una mujer que adoptó una cultura extranjera, es capaz de dar mucho amor, de entender a los demás; es romántica y dulce pero a veces es tan indiscreta que puede desatar conflictos en los demás. Es muy curiosa por saber qué le pasa a la gente,  y por esa curiosidad, estando en un país del occidente, asistió a un espectáculo que se estrenaba en un teatro, ahí conoce a Jacinta Rojas, una cantante y actriz consagrada para ese momento.  Enriqueta al verla, sintió admiración por Jacinta al ver que su personalidad era única y atípica por no ser como las demás mujeres de la sociedad. A partir de ese momento se inicia una amistad que ha durado hasta la actualidad. 

Margarita Sopena
56 años. Margarita fue siempre de su casa y su madre la luz de sus ojos, quien la acompañó hasta su muerte. Realmente Margarita sale de su casa cuando se enamora a primera vista de un cartero, pero la sombra de su madre estuvo y está siempre presente… casi todo el tiempo la recuerda con dichos y refranes que solía decir acerca de la vida y los hombres… La madre con un pensamiento errático y obtuso educó a Margarita con la visión de que el hombre es lo más importante en la vida para una mujer. Sumisa ante la convicción de que su madre tenía la razón, optó por asumir una vida muy semejante a la de su madre: Casi todo el tiempo quedaban en casa para hacer oficios, tejer y hacer collares con canutillos para vender en tiendas y a particulares. Margarita queda huérfana de padre a los 12 años cuando él muere en un accidente en la fábrica de cemento donde trabajaba. A raíz de este suceso, ellas solas, quedan en la hostilidad y con escasos recursos económicos. Siguen vendiendo collares por más de veinte años consecutivos, y con ese dinero es que podían subsistir en una vivienda que necesitaba de dinero para la restauración de paredes, cocina y jardín. Sin embargo, Margarita a los veinte años conoce al cartero y fue la justificación para salir de su casa… Vivieron juntos pero no se casaron, en esta época las mujeres que se juntaban con hombres sin un documento firmado o por la Iglesia, eran mal vistas por la sociedad… pero el cartero la convenció de que fuese así y ella lo aceptó… claro, ella no sabía por qué él no quería casamiento… finalmente lo descubre en una carta que había dejado por distracción. El cartero tenía doble vida, estando con Margarita, él tenía una novia… Jacinta Rojas a quien conoció cuando le entregó una carta dirigida a ella. Con Margarita fueron cinco años juntos… sin embargo, el cartero siguió viendo eventualmente a esta otra mujer, si bien fuese para entregarle las cartas que le enviaban o bien por pasar el momento con ella, pero esta situación a Margarita recordaba una y otra vez a la madre con sus comentarios acerca de los hombres… Margarita pensaba que había fallado en algo, pero también surgía en ella la necesidad de vengarse… Fue así cuando descubrió que Sebastián tenía a Jacinta Rojas, actriz y cantante con fama en el país… sin embargo, Margarita lo ocultó hasta el día de hoy.  Ella tuvo una hija del cartero, Francisca, pero no soportó la ida de Sebastián y motivada por su madre, Margarita entrega a su hija en una casa hogar. De vuelta a casa de su madre, quien tenía vergüenza por tener una hija mal vista por la sociedad al no haber cumplido con las leyes de la Iglesia, la reprime, la humilla, y la avergüenza delante de amistades y conocidos. Pero aún así, Margarita no deja de querer a su madre, al morir ésta, Margara conoce a Samuel, un comerciante judío y con una vida oculta… 

 Fragmento de "Mujeres"

      JACINTA, 43 AÑOS. ARTISTA. BOHEMIA.
MARGARITA, 56 AÑOS. MACHISTA. SUFRE DE TIROIDES. ANTICUADA.
ENRIQUETA, 64 AÑOS. “MUSULMANA”  CRIOLLA. CON BURKA MODERNA.
FRANCISCA, 25 AÑOS. “CABARETERA”

Una estación de tren, al estilo de esas estaciones de trenes de la actual Alemania. Un banco largo de espera. Está alumbrada por dos lámparas que cuelgan a los lados. El fondo, está decorado con alguna obra de arte, decoración como en algunas estaciones de trenes de Europa. Un casillero enumerado. Silencio. A oscuras aparecen tres mujeres sentadas, Margarita y Jacinta en el banco de espera, Francisca sentada en una maleta, junto a ellas vemos maletas de viaje.

Margarita:    Mi madre siempre decía: Margarita, tienes que ser sumisa ante el hombre porque él es el único que te puede sacar las patas del barro.

Jacinta y Francisca la miran, se miran.

Jacinta:         (A Francisca) ¿Será que viene?
Francisca:    Ella no pierde la costumbre de llegar tarde a todas partes.
Jacinta:         Bueno, si llega el tren y no está, que se joda.

Margarita: Tienes que ser tolerante con las imperfecciones del ser humano Jacinta.

Jacinta:         Bastante que la soporté cuando el marido la dejó, todos los días tenía que lavar las sábanas de mi cama para sacarle las lágrimas revueltas con el… sudor.
Francisca:    ¿Y por qué?
Jacinta:         ¿Cómo que por qué? Porque la hija de su mamá no se paraba de mi cama, solo lo hacía cuando tenía que ir al baño, de resto se la pasaba llorando por el barbudo y empapándome las sábanas.
Margarita:     Mi madre tenía razón, la mujer debe ser sumisa ante el hombre para que no pase por estas cosas…

De un extremo, sale Enriqueta empujando la maleta y caminando arrodillada, dándole gracias a Al-lah. Las tres la miran, se miran.

Enriqueta:    Gracias Al-lá! Al fin llegué! Al-lá eres grande, eres maravilloso!
Francisca:    Llegas tarde Quequita.
Jacinta:         Ella no pierde la costumbre.
Margarita:     Enriqueta te dijimos que estuvieras hace una hora aquí, sabes qué hora es?
Enriqueta:    Llegó el tren?
Jacinta:         Acaso lo ves?
Enriqueta:    Entonces no llegué tarde.
Jacinta:         Pudiste haber avisado que llegabas a esta hora para no esperarte.
Enriqueta:    ¿Y acaso ya se fueron? Yo las veo todavía aquí.
Margarita:     Yo me levanté a las tres y media para poder hacer las cosas y estar a tiempo en la estación.
Enriqueta:    Claro, si nada más que para bañarte te tardas hora y media…
Francisca:    Margarita es muy lenta para todo.
Jacinta:         Para lo que le conviene… porque para otras cosas es muy rápida.
Margarita:     “Por la boca muere el pez”
Jacinta:         ¿Ah?
Margarita:     Nada.
Francisca:    ¿Y entonces Quequita, por qué llegas a esta hora?
Enriqueta:    Tuve que hacer maromas para salir de casa a escondidas de “nosferatu”
Francisca:    ¿Nosferatu?
Enriqueta:    El conserje
Francisca:    ¿Y por qué?
Jacinta:         Seguro fue que lo dejó esperando la noche anterior…
Enriqueta:    (A Jacinta) Tú si hablas soquetadas.
Margarita:     Cuenta rápido Enriqueta que está por llegar el tren.
Enriqueta:    Don Régulo no me quería dejar salir porque le debía dos meses de alquiler.
Jacinta:         ¿Y por qué no le pagaste con otra cosa?
Francisca:    (A Jacinta) Shshshs. Sigue Quequita.
Enriqueta:    Nada, le tuve que dejar mi reloj como garantía, el reloj que con tanto cariño me regaló Alí el día de mi cumpleaños.
Jacinta:         ¿En cuál cumpleaños? ¿En el sexagésimo sexto?
Enriqueta:    No me jodas que seguro tú no vas a llegar a mi edad.
Margarita:     Enriqueta, ¿Y es que no tenías con qué pagar el alquiler?
Enriqueta:    Ayer fui al banco y no me habían depositado. Qué vaina cuando uno depende de una pensión.
Jacinta:         ¿Y por qué no me llamaste? Tenía para prestarte dinero.
Enriqueta:    No me gusta molestarte para esas cosas.
Jacinta:         Para otras cosas sí me ocupas…
Margarita:     No empiecen a sacarse los trapitos al sol que me va a dar el ataque de tiroides. (Revisando su cartera) ¿Dónde estará la pastilla que me toca?
Enriqueta:    Ya estoy acostumbrada a que Jacinta me trate de esa manera.
Francisca:    No entiendo cómo te dejas de Jacinta.
Jacinta:         Enriqueta y yo nos entendemos muy bien de esa manera, ¿Verdad Enriqueta?
Enriqueta:    Sí, claro… nos entendemos a la perfección. ¿No ves? Esto es una muestra.
Margarita:     Bonita manera de entenderse… pero ustedes sabrán.
Enriqueta:    ¿Y el tren?
Jacinta:         ¿Lo ves?
Margarita:     Enriqueta ya preguntaste.
Enriqueta:    Ah, verdad.
Francisca:    Está por llegar.
Enriqueta:    Me dan un permisito, estoy cansada.  He orado cinco veces y tengo las rodillas amallugadas.
Margarita:     ¿Quién te manda a casarte con un afgano?
Enriqueta:    Me casé porque me dio la gana.
Jacinta:         Entonces no te quejes.
Francisca:    (A Enriqueta) ¿Y nada de Alí?
Enriqueta:    Aún no, pero tengo la esperanza de encontrarlo.
Francisca:    Ojalá y lo encuentres Quequita, te hace mucha falta.
Enriqueta:    Con tal que no se haya muerto…
Jacinta:         Cuando se casaron ya era una carcamal de viejo… y si no se ha muerto ya debe estar mascando el agua… y cuidado si no te reconoce por el alzhéimer…
Enriqueta:    Con tal de verlo una vez más…
Margarita:     ¿Por qué son tan patéticas?
Jacinta:         La patética eres tú que te casaste con un judío y bien jodida quedaste.
Margarita:     Un judío que me hizo feliz, aunque después la cagó.
Francisca:    ¿Qué te hizo?
Jacinta:         ¡Qué no le hizo!
Enriqueta:    Margarita tú estás peor que yo, por lo menos Alí no es…homosexual…
Jacinta:         Maricón mijita, no seas tan modosita, ma-ri-cón.
Francisca:    ¿Margara, a él le gusta los hombres?
Jacinta:         No solo le gustan los hombres también es eyaculador precoz.
Enriqueta:    ¡Por A-Lah! ¿Cómo es eso? ¿También es eyaculador precoz? Esa parte no la sabía Margarita, esto es insólito.
Jacinta:         Tendrá sus trucos de cómo hacer el sexo.
Margarita:     Sí los tiene Jacinta… Hay que ver que tienes esa mente cochambrosa.
Francisca:    ¿Concha qué?
Enriqueta:    Cochambrosa, morbosa, cochina, perversa.
Jacinta:         Seré morbosa pero también soy honesta.
Francisca:    Pobrecito…
Enriqueta:    ¿Quién?
Francisca:    El maricón precoz Quequita.
Margarita:     ¡Bueno homosexual, maricón, eyaculador precoz y todo lo que  ustedes quieran pero me quiso!
Jacinta:         Sí, te quiso como una madre…
Francisca:    ¡Ya Jacinta! (A Margarita) ¿Y lo amaste?
Margarita:     Sí, lo amé
Jacinta:         ¿Estás segura?

Margarita hace una pausa corta.

Margarita:     Creo que sí.
Jacinta:         ¡No lo quiso nunca!
Margarita:     ¡Sí lo quise!
Jacinta:         ¿Cómo puedes querer a un hombre que te traicionó con otro hombre?
Margarita:     ¿Y qué querías que hiciera? No quise quedarme otra vez sola, por eso me fui con él.
Jacinta:         Eres una masoquista.
Margarita:     Y tú una insensible.
Jacinta:         Realista Margarita, realista. Cuando una mujer está con un ser de esa especie es porque no se quiere a sí misma. Y tú le tapaste todas sus perversiones… ¿Eso es querer? Eso no es ser digna Margarita.
Margarita:     Claro, tú por ser digna es que te quedaste solterona.
Jacinta:         Prefiero quedarme sola antes que estar con un maricón y encima eyaculador precoz. Ya viví una experiencia igual y no me quedaron más ganas…
Margarita:     ¿Ah sí? ¿Con un eyaculador?
Jacinta:         Sí… digo no.
Enriqueta:    ¡Cuenta, cuenta Jacinta!
Jacinta:         No era eyaculador pero cómo le encantaba una caja de detergente
Margarita, Enriqueta y Francisca: ¿¡Ah!?
Francisca:    ¿Una caja de detergente?
Enriqueta:    ¿Qué hacía ese hombre con una caja de detergente Jacinta?
Margarita:     ¿Qué se lavaba con el detergente?
Jacinta:         Cada vez que quería huir de mí, agarraba una caja de detergente y me decía: Yo no te quiero ni esto… y regaba en el piso un hilo de polvo…
Enriqueta:    ¡Pero qué bochorno! ¿Quién es ese hombre?
Jacinta:         Alguien que borré
Enriqueta:    ¿Y cómo se llamaba esa cosa?
Margarita:     No vale ni la pena saber quién es.
Francisca:    Los hombres son víctimas de ustedes o son ustedes las víctimas de ellos.
Jacinta:         Nadie es víctima de nadie Francisca. Es el destino que nos hace cruzar con cada espécimen de esta tierra para aprender.

Katty Rubesz